Todas las complejidades barrocas de la
superficie fueron apagadas con sandalias bajas, amarradas con moños de satén, y
melena wild-in-the-wind diseñado por Sam McKnight.
Las
muestras más irresistibles del trabajo couture sobre las siluetas ovaladas, y
enaltecidas por el final con un vestido de novia llevado agraciadamente por una
modelo embarazada de siete meses.
Karl
tuvo muchos aciertos en esta colección: la sensación de que ya era hora de
apagar el salvajismo de los fashion shows, dejando un ligero brillo
de haute couture para una pequeña audiencia. Se enfocó en
un extremo trabajo artesanal, sin mostrar looks extravagantes.
Hasta los ligeros shorts que se veían escondidos
sobre las faldas, parecían apropiados.
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