'Dior y yo', el documental que desnuda la historia de Raf Simons y la 'maison' francesa
Frederic Tseng, siguiendo la estela de Chanel, Victoria Beckham o Valentino, ofrece un emocionante recorrido por los primeros meses del belga en la firma, sin rastro de Galliano
Muchos enarbolan la
evolución de Dior con Raf Simons al mando. Otros reniegan de ella, y añoran al
malogrado Galliano. Otros, simplemente, están a la espera de una pieza restante
en el manifiesto que el belga comenzaba a construir en abril de 2012, y cuya
obra se encuentra en un cierto punto de inflexión.
Las respuestas a
cualquiera de estas 3 opiniones llegaban este fin de semana, con el estreno en
el festival de cine de Tribeca del documental Dior and I, un viaje al corazón
actual de la maison de la mano del director Frederic Tcheng.
Tchen ya ha dirigido
anteriormente el documental Diana Vreeland: The eye has to travel (2011) y ha
participado en Valentino: The last emperor (2008), que narra los preparativos a
la última colección del veterano diseñador. El director ha documentado el trabajo
de Simons y su equipo a través de varios meses en las oficinas centrales de
ParÃs. Una vez estrenado, y con el resultado sobre la mesa, lo primero que
llama la atención del documental es que director y firma han decidido no hacer
misión alguna a los predecesores de Simons. Ni rastro de Galliano, Saint
Laurent, Marc Bohan o Gianfranco Ferré.
Si una colección de Alta
Costura lleva normalmente una media de 8 meses para ser elaborada, Simons contó
con 8 semanas. Todo a partir de aquà se muestra en él único y excepcional: su
uniforme de trabajo en verano, unas bermudas blancas. Sus bocetos no son
dibujos, si no carpetas llenas de inspiraciones para que su equipo las
interprete. Su nulo dominio del francés no supone una barrera, el franglais es
más que suficiente. Y frente al clasicismo del pasado, se le escucha varias
veces decir "que lo verdaderamente romántico para mi es el futuro".
Quizá por eso este recuerdo visual prescinda de Galliano, para poder demostrar
que el futuro también puede ser romántico.
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